UNA PROMESA DE CAMBIO DEFRAUDADA Y LA CONTINUIDAD NEOLIBERAL
Verónika Mendoza
Congresista de le República
La República, Junio 4, 2012
Me dirijo al pueblo peruano en general y al Cusco en particular,
especialmente a los jóvenes, que sienten que ya no podemos seguir tolerando las
inaceptables injusticias que persisten en nuestro país. En esta perspectiva,
quiero unir mi voz a aquella ciudadanía que votó por el proyecto del PNP-Gana
Perú en las elecciones del 2011 como una forma de afirmar la democracia contra
la mafia que usurpó el poder en la década del noventa, así como contra la mala
herencia que nos ha dejado, sobre todo, en las formas de relacionarse con el
pueblo y sus organizaciones.
A casi un año de gestión del actual gobierno, quiero expresar mi profunda
decepción por su actual orientación y comportamiento. El gobierno ha seguido una
senda que lo ha alejado progresivamente de los objetivos y de los principios de
la Gran Transformación, y en muchos aspectos, también de la Hoja de Ruta.
Hemos pasado de la promesa de un Ollanta Humala que declara en la plaza Dos
de Mayo el día de su elección que “su único jefe es y será el pueblo peruano” y
que se compromete a realizar cambios profundos, a un gobierno que continúa el
modelo neoliberal. Un modelo primario exportador que no genera desarrollo
intercultural y democrático, ni mercados locales articulados, que mantiene la
precarización del trabajo y que defiende los intereses de los grupos de poder
económicos, entre los que destacan los intereses de las industrias extractivas,
las cuales imponen sus proyectos sin licencia social y afectan gravemente
ecosistemas valiosos.
CRIMINALIZACIÓN DE LA PROTESTA Y VULNERACIÓN DE LA INSTITUCIONALIDAD
DEMOCRÁTICA
Mantener el modelo económico neoliberal significa pues imponerlo, y eso
deviene en conflictos sociales que el gobierno ha venido enfrentando brutalmente
con la represión de la protesta social. Encabeza el actual gabinete una persona
que declara admirar al dictador Alberto Fujimori y tenemos como Ministro del
Interior a un oficial retirado del Ejército que firmó la “deshonrosa acta de
sujeción” de Montesinos. Esto configura un régimen que ya viene siendo
caracterizado como “minero-militar”. El premier Valdéz carga con la
responsabilidad política de muertos, heridos y de detenciones humillantes y
arbitrarias de autoridades locales como el alcalde Mollohuanca y de miembros de
instituciones de defensa de los derechos humanos que actuaban para evitar la
violencia durante el
conflicto.
Este es un patrón de comportamiento instaurado por gobiernos anteriores que
se repite en cuanto conflicto social se produce. Esta política es opuesta a la
promesa de diálogo, de justicia social y de dar prioridad a procesos de
construcción de un Estado Social de Derecho y de una nueva institucionalidad
socio-ambiental que garanticen los derechos de las personas y los pueblos, como
por ejemplo el ordenamiento territorial, que fue uno de los principales
compromisos del Presidente.
El país debe saber que las demandas de los pueblos son justas y que se
originan en un malestar genuino, no en “informes” o “azuzadores”. La represión
como un resorte automático frente a las demandas populares genera más
resistencia de la gente, cayendo en un círculo vicioso. No obstante, condenamos
tajantemente todo tipo de violencia venga de donde venga. Es necesario que las
organizaciones sociales, la sociedad civil y todos los sectores que expresan su
malestar por la imposición de las industrias extractivas se manifiesten de forma
democrática, organizada y pacífica. Ni un muerto más, ni civiles ni personal
policial. ¡Ni un muerto más! Hago un llamado a defender la vida con la vida, no
con la muerte.
LA GRAN TRANSFORMACIÓN SÍ ES POSIBLE
He sido consecuente y leal como militante fundadora del Partido Nacionalista
Peruano y he impulsado el trabajo partidario de sus bases en mi región, el
Cusco. En la tarea de congresista que me encomendó el pueblo del Cusco he
trabajado con esfuerzo y dignidad. Dan cuenta de esto mis iniciativas
legislativas en materia de consulta previa y de fortalecimiento de la
institucionalidad socio-ambiental que el país requiere con dramática urgencia.
He tratado de expresar mis cuestionamientos y preocupaciones respecto de lo que
aprecio como un rumbo equivocado del gobierno en reuniones y conversaciones con
militantes y con dirigentes del partido. Constato que mi voz de alerta no ha
sido escuchada y que, para serlo, debe sumarse al clamor popular, con claridad y
transparencia. No he sido yo quien se ha alejado de los principios del partido,
no he sido yo quien los ha traicionado, más bien, por actuar consecuentemente,
he sido víctima de una campaña de mentiras que los grupos de poder, los medios
han montado en mi contra, con el asentimiento del Ejecutivo. En estas
condiciones, he tomado la difícil decisión de renunciar a mi condición de
militante del PNP y a mi condición de integrante de la bancada del Partido en el
Congreso de la República.
Creo que los millones de votos que obtuvo la alianza PNP-Gana Perú, y los
otros millones de peruanos que votaron contra el fujimorismo y el neoliberalismo
sin ser nacionalistas, requerimos de una nueva expresión política. Estas
peruanas y peruanos no están siendo escuchados, ni representados por el
gobierno. Por ello, asumo desde este momento la misión de ser una oposición
democrática, popular y dialogante, que realizaré en coordinación y en respuesta
a las demandas de los que me eligieron y de todos los sectores sociales que
exigen respeto a sus legítimos derechos. El Perú urge de una gran
transformación. Mi compromiso y mis esfuerzos antes, ahora y siempre van en ese
sentido.
Agradezco el respaldo de sectores de la bancada PNP-Gana Perú y del Partido
Nacionalista Peruano en esta compleja coyuntura, porque sé que no es solo un
apoyo personal, sino también un respaldo a las luchas populares y una afirmación
de los principios que nos unieron y nos seguirán uniendo.
Me sumo a todos aquellos que siguen creyendo que otro Perú es posible, con
solidaridad, justicia y paz social.
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